El paso de la “Escuela Apostólica” del padre Pavia al seminario de Alba (cf. Lugares de Gracia) de parte del joven
Francisco en octubre de 1886, no convencía a su padre Lorenzo de su elección
por el sacerdocio. Fue gracias a su determinación y a la convicción que
transmitió a su madre, a una tía paterna y al padre Mosca (párroco), como don
Lorenzo con el pasar del tiempo será un punto de referencia en los momentos de
dificultad de su futuro hijo sacerdote.
En estos años que vive en el seminario de Alba, se
desarrollan todas sus cualidades ya germinadas en el instituto turinense;
-sobre este aspecto se recomienda tener presente un suceso narrado en la
biografía del venerable Chiesa por el sacerdote paulino Luis Rolfo, “Il buon
soldato di Cristo. Servo di Dio Canonico Francesco Chiesa”, de Ediciones
Paulinas (1978 – p. 39)- donde se particulariza su grande y esperanzadora
voluntad.
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| Seminario episcopal de Alba, en el cuál Francisco residió desde el otoño de 1886 hasta septiembre de 1913 |
No obstante, para algunos de sus compañeros, él
aparecía como un “estudioso”, debido a que –a diferencia del resto- prefería el
estudio y la disciplina a la recreación y las distracciones. Pero dicha acción
se justificaba en su intento por dedicarse al máximo en todas las materias y
así tener “un carácter emprendedor, adaptable y no determinado a una sola
cosa”. Se puede decir que con este carácter fue estimado entre los profesores
pero a la vez, estigmatizado por los otros estudiantes.
Entre las materias estudiadas él tenía una particular
predilección por la filosofía, tanto de ser rebautizado como Kant por algunos compañeros. Amaba
participar en las lecciones y discutir los argumentos de estas en los ratos
libres, cuando sus coetáneos se interesaban más por jugar al balón, que no
obstante él no despreciaba.
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| Mons. B. Dallorto (izq), amigo del Cán. Chiesa y Mons. L. Grassi (futuro obis- de Alba) en 1950. Fuente: giovanniferrero.it |
Del segundo año de filosofía sobresale un episodio que recuenta el
fallecido Mons. Bartolomeo Dallorto (párroco de Monforte, lugar donde le han
eregido un monumento y conservan sus restos; recordado como párroco completo e
amable):
“Era la primavera de 1891. Cursaba el último año de teología y el clérigo
Chiesa el último de filosofía, pero éramos estudiantes del mismo profesor, el
teólogo Bernocco que enseñaba en aquellos años ambas materias. Era el primer
año de episcopado de Mons. Francisco Re (1848 -1933), y como se realizaban los
primeros exámenes de estas materias, no dudó de asistir ya que gozaba de
merecida fama como insigne filósofo. Y junto al nuevo obispo todos los
profesores del Seminario y los clérigos. El estudiante que fuera evaluado debía
desarrollar una tesis como una lección y disponerse a las objeciones sin
importar la persona. Vengo seleccionado por teología y por filosofía el clérigo
Chiesa. Ninguno de los presentes pudo olvidar la figura casi radiante del joven
filósofo, su tranquilidad, seguridad y claridad. Unos diez elogios era lo menos
que le correspondía. Pero sucede que, los examinadores temiendo de desvalorarme
dando elogios a él y no a mí, decidieron de darlos a ambos.
Otros de los gustos del estudiante Francisco fueron
Dante y la Divina Comedia. De hecho, no fue un aprecio como un fuego fatuo sino
como una llama que permaneció ardiendo; y se constata algunos años después,
cuando en 1921, centenario de la muerte del Sumo Poeta, la ciudad de Alba
retuvo que ninguno mejor que el canónico Chiesa podía tratar el argumento en
una serie de conferencias, realizadas en el salón principal del
ayuntamiento.
Bibliografía
-Chiesa, F. (2006). Francesco Chiesa: Un uomo, un prete. Alba: San Pablo.
-Mons.
Vigolungo, A. (1961). “Nova et vetera”.
Can. Francesco Chiesa. Alba:
Ediciones Paulinas.


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