Entre dificultades y libros

Parte de las dificultades en la experiencia estudiantil de Francisco en Turín, se debieron a la ausencia de su amada familia, la carencia de comida, el fuerte frío y la falta de afecto; y que con el pasar de los años, al menos en lo que respecta al frío y al poco alimento, afectaría la pérdida parcial del timbre de su voz.

Pero fue quizá, la separación de su hogar la más notada dificultad: “No supe más como estaría el abuelo, y mamá me bailaba en la cuchara”, dirá años después.

Panorámica de la vía central de Montà en una antigua fotografía.

La primera vez que su madre Teresa fue a visitarlo, lo encontró de hecho en llanto, tanto que fue impulsada a  llevarlo de nuevo a casa. Pero el amor por su ideal y el estudio fueron más fuertes. Francisco no sólo permaneció, sino que será uno de los mejores formandos.

Los docentes eran muy exigentes y los estudiantes vivían en constante competencia por sobresalir; al final, el método, el orden, la tenacidad y las ganas de saber de Francisco lo hicieron emerger a los ojos de todos.

Fue propio en aquel periodo que adoptó el hábito de consagrar las lecturas y su profundización en las vacaciones veraniegas, que transcurría en Montà: como no tenía alcoba propia, comenzó también el hábito de sentarse de frente a la ventana de la cocina, usando el alféizar como escritorio; para pasar más inadvertido se ponía a las espaldas las cortinas, así muchas veces quienes los visitaban no notaban su presencia.

Bibliografía

-Chiesa, F. (2006). Francesco Chiesa: Un uomo, un prete. Alba: San Pablo.